Por Abraham García, en letrasanónimas.com (click en título para ver la publicación original)
En la mañana, pedir aventón en la carretera y no conseguirlo. De último minuto, buscar a un amigo con camioneta para que te lleve y cooperarle con la gasolina. En la noche, tocar ante un público que en realidad es un grupo de gourmets y partir poco después hacia el lugar de origen, para no perder el día lunes. Viajar para un músico no es fácil, pero para los integrantes de La Guíshi Funk (antes Guíshi Funk Orquesta) puede ser bastante gratificante.
La Guíshi Funk no es ni de Guadalajara ni de Zapopan. Es de El Grullo, un pueblo de Jalisco donde es difícil encontrar bandas que no toquen música regional, y que con su población total de poco más de 23,000 habitantes, no llenaría ni la mitad del Foro Sol en la Ciudad de México. Sin embargo, este cuarteto ya tiene en su haber una producción discográfica independiente.
Su visita a Colima fue tan trascendente como el hecho de haber ido a cenar a un restaurante del centro de la ciudad, donde se come una muy buena pizza y se escucha música en vivo, pero aún así consiguieron del público la petición de un encore.
Cerca de las 21:30 del domingo, 22 de enero, La Guíshi Funk se instaló en el patio del lugar, frente a la cocina por un lado y a los comensales por otro, y comenzó a tocar su primer set de media hora, con música suave.
“Hurry”, del jazzista uruguayo Hugo Fattoruso, fue el corte inicial de su presentación, y “Cabalgata” lo primero que tocaron de su repertorio original. Si bien hubo aplausos, la atención hacia la banda no era prioridad entre la gente.
Los temas lentos de la banda, con más cercanía al jazz, continuaron con “Dime”, un tema de protesta, según el baterista y vocalista Job Negrete, “Yara” y una versión del argentino Luís Alberto Spinetta, pero fue durante el jam de la interpretación de “Luzbel” que la gente aplaudió con mayor entusiasmo el solo de guitarra de Emmanuel Ballesteros.
En una pausa de diez minutos pasó el transitar de nuevos comensales y la decisión de algunos para quedarse a escuchar a la banda y tener una buena digestión con sonidos funk.
Durante la segunda parte de su presentación, La Guíshi Funk desplegó su repertorio más fuerte y experimental, con el jazz fusionado con rock funk en las interpretaciones extendidas de “Tanque de Tejuino” y “What a Joint” o “Tornado”.
La final “Postmodernismo”, con sus largos pasajes instrumentales llenos de guitarras estruendosas con efecto wah-wah y los sonidos atmosféricos de Emmanuel Cortés en el teclado, consiguió la ovación de los presentes y la petición de una última más.
Durante los siguientes diez minutos, La Guíshi Funk se indujo en una estridente y torrencial improvisación, o jam como prefieren llamarle, donde el bajo trotón de Martín “El Fuji” y los cambios de ritmo en la batería de Negrete se combinaron con los solos a lo rock progresivo de Ballesteros, en un final intenso y bien ejecutado.
Cerca de las 23:30 horas, antes de retirarse para cenar, y continuar con el trajín de vuelta, el cuarteto de músicos se dio el tiempo para estrecharse las manos unos con otros, en señal de agradecimiento.
Notación adicional
Claramente el debut en Colima de La Guíshi Funk no fue en una ocasión ideal para escuchar novedades musicales como pudiera ser el marco de un concierto o tocada, pero con la calidad de su presentación dejaron la sorpresa de que en El Grullo comienza a surgir música interesante.
